Tangos

La desatada


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Vio a las rosas sin corpiño en primavera.
Vio a la luz y vio a la leche derramadas.
Vio gozar a su ventana destrancada
y a la mar desabrocharse sus riberas.

Y de pronto, a cuatro manos se desata
toda entera, piel, presagios, blusa y pelo,
se descose el vientre, el alma y los recuerdos,
meta y meta desatar, desaforada.

Se desata, se desata.

Se desata la razón y los bluyines,
desanuda, corta y muerde sus amarras,
ay, loquita, que un domingo de mañana,
revoleando por el aire sus raíces,

va a vivir con todo suelto y cuando acaba
de gritar: “Me desaté, soy libre ¡libre!”,
con la última atadura desatada,
la degüella una maraña de piolines.

Se desata, se desata,
y su pobre libertad la mata.


Autor(es): Horacio Ferrer, Jairo