Tangos

Fueye milagrero


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Busca y pide la piba engayolada
al vientre mudo, que no acusa recibo
de la miel que fue rociada con el vino...
Pero no hay caso: la flor sigue cerrada.
La noche con sus cintas de papel,
pregunta a las ventanas y a las piedras,
a la quiniela, al boleto ´el colectivo,
a los floristas, al botones de un hotel.

Camina por la city calculando
temperaturas, presiones, sequedades,
la suba ‘el dólar, la baja en las sonrisas.
Y los “caniyas” no le anuncian novedades,
los tachos no le bajan la bandera,
y las barrigas se les hinchan a las otras,
los pibes alborotan en las plazas;
les da el sol, pero ella ve su sombra sola.

Y una tarde, revolviendo en el montón
de fotos sepias y ajados terciopelos,
el desván que guarda cosas del abuelo,
le devolvió su olvidado bandoneón.
Aromas de algún viejo salón
burlando las buchonas naftalinas,
fantasma azul de un compadrito con su mina,
bailó pa´ ella entre seda y almohadón.

Del nácar del alma del abuelo
una corchea se le piantó, traviesa,
y entreverada en el sueño de la piba,
le germinaba mariposas en la espera.
Muchacha: si tu tata, zeide o nonno
le daba al fueye en los piringundines,
y andás teniendo ganas pa´l encargue
dale al tango y tejerás escarpines.


Autor(es): Marcela Bublik, Fernando Lerman