Tangos

Regreso en serenata


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Pincelaba la noche con sus sombras el sueño
de aquella muchachita con alma de gorrión,
dulzura de guitarra besando la ventana
rumor de serenata celebrada en la voz.
Como la tierra virgen su juventud dormida
floreció en ese instante para aquel trovador,
ansiosos en la reja trepaban los jazmines
esparciendo en el aire la gracia del amor.

Embriagadas de estío callaron las palabras
oyendo los latidos del propio corazón
separados tan sólo por cristales cerrados
bebieron el olvido sin saberlo los dos.
No hubo un “gracias” de brisa enamorada
caricia a los anhelos del sueño del cantor
lentitud de los pasos, presagio de la pena
temblor del desencanto que el silencio le dio.

Transcurrieron los años y aquella serenata
perdura en el recuerdo de la niña-gorrión,
a veces en las noches de verano la arrullan
los ecos de la ausencia desvelada de adiós.
Hoy la mujer ha abierto ventanas a la vida
nuevas lunas le auguran compases de emoción
aunque dentro muy dentro, un dejo de inocencia
desmaya en el intento de escuchar esa voz.


Autor(es): Norma Montenegro, Silvina Paulela