Tangos

Romance para una vereda


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Remanso de luna plateando zaguanes.
Una medianera blanqueada de cal.
Dos viejos afiches que anuncia a Troilo
y a un circo extranjero que va al Luna Park.
Las viejas baldosas, borrachas de pasos,
recogen las huellas que vengo a dejar
buscando un pasado que tuve en los brazos
y a pesar del tiempo no pude olvidar.

Vereda,
sos retazo de quimera
que jugó en la medianera
con la sombra de los dos.
¡Qué largo es el camino del hastío!
De todo lo que fue mío
no quedaste más que vos.
Vereda,
voy a esperar mientras pueda.
y después, si ella no llega,
yo también te diré adiós.

Tu calle desnuda me guarda un silencio,
el duro homenaje de la soledad.
¡Hoy sos mi calvario de cosas perdidas,
ayer fuiste senda de tanta ansiedad!...
Estás como siempre, mi vieja vereda
y yo, con los años, ya ves: soy igual.
No vale la pena charlar cosas tristes,
tal vez el recuerdo nos vuelva a juntar.


Autor(es): Mario Iaquinandi, Edmundo Muni Rivero