Bobby Bland logró convertirse en superestrella del blues sin otro recurso que su magnífica voz, que en todo su apogeo era un instrumento tremendamente poderoso y carismático - como puede confirmar su legión de admiradoras femeninas. La mayoría de los temas de blues tejano de Bland de mediados de los 50 deben su carácter salvaje a la guitarra filosa de Clarence Hollimon. Posteriormente Wayne Bennett asumió las funciones de guitarrista, otorgando un tono más elegante a las grabaciones de Bland para el sello Duke durante buena parte de los 60. Si bien su carrera fue perdiendo algo de brillo a lo largo de las décadas siguientes, Bland siempre mantuvo intacta su reputación de leyenda del blues hasta su fallecimiento en Memphis en 2013, a los 83 años.